Querida comunidad educativa, hoy nos encontramos conmemorando un primero de mayo muy particular, un primero de mayo sin marcha, y sin trabajo. Algunos sin el contexto laboral habitual, en escenarios poco conocidos y trabajando el doble de tiempo, otros sobre exigidos trabajando denodadamente para combatir el virus, otros no trabajando y no cobrando (ya que sus trabajos no son considerados prioritarios hoy, algunos pudiendo sostenerse, otros no teniendo para comer), otros no trabajando como hace tanto tiempo y otros no trabajando y cobrando el 100% de su sueldo.
El día del trabajador se festeja el 1 de mayo para recordar el día en que un grupo de sindicalistas de Chicago, luego de largas luchas, injusticias y muertes, lograron conseguir una jornada laboral de 8 horas. Las luchas fueron muchas hasta conseguir vacaciones pagas, indemnizaciones por despido, aportes jubilatorios.
Ahora bien, a casi un siglo y medio de ese hecho, nos encontramos con un porcentaje alto de desocupados (10%) casi un 50 % de trabajo informal, el 75% de ese trabajo informal es precario, la gente con mayor formación es la que menos gana, los procesos de inclusión en los contextos laborales son muy lentos. Las pequeñas empresas no tienen recursos para sostenerse en una situación de crisis como la que estamos viviendo.
Por eso necesitamos conciencia de lo que ocurre, pensar y trabajar para un mundo más igualitario, más cooperativo, más solidario. Y tal vez esta pandemia con muchísimo dolor nos da una bofetada a nuestra omnipotencia, a nuestro individualismo, a nuestra indiferencia y como dijo Guille «con la empatía hoy me quedo corto, tenemos que reverenciar al otro». Este es un trabajo que nosotros como escuela pretendemos hacer y que los estudiantes puedan pensar desde el punto de vista social.
Es por eso que nuestra querida Sandra con los estudiantes de tercer año nos traen algunas reflexiones. Los invitamos a sumarse, a compartir ideas y experiencias, en definitiva, a pensar juntos que es el primer paso para construir un mundo mejor.