La Aventura del Conocimiento – Oficio Relojero

En este número de La Aventura del Conocimiento nos sumergimos en el oficio del relojero, por ello te invitamos a leer nuestra editorial y a recorrer esta nueva aventura que está muy atractiva…

El relojero de mi abuelo…

El reloj de mi abuelo tenía una cadena, de la que colgaba en el respaldar de su cama,  en su habitación.
Era un reloj de bolsillo, de cuadrante de porcelana, redondo, con las dos agujas en color negro, con los números grandes impresos en cursiva inglesa, muy cerca del eje estaba su marca Ulises Nardin.  Era de plata y de tres tapas, una que permitía ver la hora, la otra al abrirse mostraba una tercera que exhibía el corazón del  reloj.

Me voy a detener en la tercer tapa, estaba pulida a espejo,  en la misma se imprimían las fechas de las reparaciones que iban sucediendo y además estaba grabado el mérito al trabajo ferroviario de mi querido abuelo…

Yo estaba obsesionado con su reloj, y de manera constante lo  miraba, más de una vez le pedí que me lo regalara y ese reloj todas las mañanas avisaba a mi abuelo la hora para despertarme.

Así pasaron los años, terminé mi secundaria, fui a la universidad, el recuerdo de ese reloj estaba casi borrado, cada día estaba más comprometido con el aprender y el hacer, hasta que llegó el día que debía exponer mi tesis final de ingeniería. Mi abuelo se sentía orgulloso, así que horas ante del examen trae su reloj y me lo entrega diciéndome: “Empieza andar el tiempo de los hombres, este reloj lo marca”…

Así el reloj quedó en mí hasta que mi hijo Pablo tuvo que poner en marcha el tiempo suyo también.

 Ingeniero Guillermo Pedruzzi

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